Historia e Identidad del Pueblo Selk’nam en Chile
Los selk'nam pasamos de ser nómadas cazadores, a pueblos contactados,
luego a piedra en el zapato para la llamada “modernidad”, de cazadores a
cazados vivimos el genocidio y sobrevivimos, hubo quienes dijeron que no, y los
rastros que dejamos nos hizo ser objeto exótico del que todo el mundo quiso
conocer, fuimos bestias de zoológicos y luego, interés de antropólogos, murió
aquella generación “última huella”, y quedamos nosotros, orgullosamente
mestizos, pues llevamos día a día en nuestra piel clara y trigueña, la historia
de lucha y sobrevivencia de nuestros abuelos, a modo de paradójica “selección
natural”.
Por un breve momento en nuestros casi 12.000 años como pueblo vivo,
se olvidaron de nosotros, tras despojarnos de nuestra cultura, nuestros abuelos
entraron al borde de dos mundos avergonzados, tratando de rechazar el primero y
de adaptarse lo mejor posible al segundo, dejaron de transmitir sus saberes e
identidad (inconsciente, parte de su cotidianidad, no como reforzamiento separatista como muchos lo entienden hoy), sus nietos crecieron en la ignorancia de aquel primer mundo, pero
con el alma inquieta: ella sabía que algo en ellos faltaba. Nos volvimos
pobres, ser selk’nam pasó a ser un lejano recuerdo, hasta que de afuera nos
dijeron: “es importante”, o hasta que nuestro espíritu inquieto no aguantó más
habitar el NO SER tratando de adecuarse a las normas sociales impuestas.
Dijimos tímidamente “somos selk’nam” y la academia nos corrigió: “descendientes
de…”, lamentablemente asumimos ese estigma y dijimos un poco más fuerte
creyéndonos poseer ahora sí la definición correcta de nuestra realidad y
dijimos: “somos descendientes de selk’nam” y nos invalidaron por ser mestizos.
Nos callamos y vivimos nuestra cultura en silencio. No sé cuándo, dónde ni por
qué, de pronto las fotos del pasado y los cantos antiguos volvieron a ser
populares y vinieron a golpear la puerta de nuestras casas a criticarnos
diciéndonos: “¡¿y ustedes por qué no se unen?! ¡Hagan algo al respecto!,
¡Rescaten su lengua!”, pero ya éramos pobres y era más necesario sobrevivir… Hablar
nuestra lengua no nos daría de comer, ni nos volvería ricos, simplemente nos
dejó de importar y calaban hondo las palabras de Anne Chapman como buitre negro
sobre nuestras cabezas: “ya era tarde para ser selk’nam”.
Algunos de los nuestros notaron que la riqueza no era
monetaria y tercamente doblaron la mano al destino, cansados de escuchar hablar
y escribir sobre nosotros y nuestros ancestros, empuñaron su identidad y
decidieron hablar por ellos mismos. Hablar nuestra lengua no nos daría de
comer, cierto, pero nos daría la voz para levantarnos y decir: ¡Paren! ¡No nos
atropellen más! ¡Deja de hablar como si no existiéramos! ¡Somos indígenas! pues
ser indígena es más que un par de ojos achinados, pelo lacio o piel morena, ES
RECONOCERNOS PREEXISTENTES y hacer valer nuestros derechos como tales. Este
salto nos libró de la agonía, definitivamente debió ser obra de nuestros
hóowin.
Algunos reivindicaron tierras, otros el derecho de vivir en
comunidad, otros el lenguaje que se entreteje en las fibras vegetales, otros,
como yo, oyeron frases y palabras perdidas en alguna conversación familiar e
hicieron de ello su bandera de lucha.
Vuelvo a decir, aprendí, reconstruí y volví a aprender mi
lengua, me empoderé, no para decirme el “último hablante selk’nam” (jamás lo
diría pues soy el que más critica la denominación del último), sino porque mi
alma necesitaba sentir la vibración en mis labios al emitir una palabra en
nuestro idioma, más cercano o más lejano al cómo lo pronunciaban aquellos que en
verdad la usaban en su cotidianidad, en un comienzo no me importó, pues era
preferible decirla a callarla. El placer que me produjo decirla y habitarla, me
hizo querer gritarla, cantarla, teatralizarla y hacerla parte de cuánta
expresión pueda salir del habla humano. Comprendí que tenía el derecho de
hablar como mis abuelos y llevar mi cultura no sólo en mi sangre, sino en mi
voz, asumí el deber de aprenderla, y entonces comprendí también que con cada
deber, hay que hacerse cargo de una responsabilidad, mi responsabilidad fue
entonces: si voy a decir una palabra, lo haré lo más fielmente a cómo se dijo
en el pasado, investigué y estudié. Algunas palabras las oí tal cual y me
esforcé por reproducirlas de ese modo, imitando la entonación y el acento, esto
fue mi base, sin esa base sí tendría que asumir que mi lengua es COMPLETAMENTE
reconstruida, oí algunas frases y sin saberlo de inmediato, poseía también un
acercamiento gramatical. Había cosas que quería decir pero nunca nadie me las
enseñó, aquellas las leí de Tonelli, Gallardo y Beauvoir y me hice un esquema
en mi mente para sacar la acepción que supuse más correcta. Al ir madurando,
estos referentes dejaron de ser “ley” y preferí a Najlis, porque hablaba desde
su visión académica como “lingüista” y a oír las voces referenciales de algunos
aonik’enk (pues compartimos sonidos y somos lenguas hermanas), las grabaciones que encontré de Loij, Kiepja y de Minkiol. Mi nuevo
deber: hablar bien.
Cuando terminé la escuela, decidí estudiar lingüística para
poder describir mi lengua desde mí mismo y realizar un trabajo desde mi propio
pueblo y para mi pueblo. Entré a la Universidad de Chile en el año 2010 a
estudiar Lengua y Literatura Inglesas. TODOS conocían mi trabajo y sabían de mí,
pero NINGÚN lingüista me hizo ninguna proposición de estudio o investigación
seria, al contrario tengo pésimos recuerdos de mi paso por aquella institución
que se dice inclusiva y pluricultural, sufrí discriminación, racismo y
relegación cultural. Se me pidió ser parte del comité para la Cátedra Indígena
de la Chile, pues habían dineros de la CONADI de por medio y se querían hacer
los “diversos”, por eso me quedé, pues vi la oportunidad de instalar el tema de
los Pueblos de los Canales Australes en la tabla de contenidos. Me enteré de
reuniones a las que no fui invitado y al año siguiente con sorpresa descubrí
que promovían un nuevo CFG de culturas originarias, me acerqué a consultar
acerca de la tarea que tendría yo, para preparar mi material y expositores con
los que quería hacerme asesorar y me dijeron que comenzarían por abordar el
tema mapuche y que yo podría ayudar al profesor de Mapudungun Héctor Mariano a
dar sus clases si es que tenía ganas participar. Si es que YO quería
participar, siendo que ellos habían solicitado mi participación, me pareció un
vil ofrecimiento, como si estuviera mendigando un cupo. Me sentí indignado y
aislado. Dejé la carrera y fortalecí una convicción que llevaba madurando hace
un tiempo: no dejaría que la academia influenciara mi actuar, no sería como el
típico lingüista que ve a los pueblos como un objeto de estudio, o que analiza
el idioma como un paradigma aislado del hablante sin intención de relacionarlos
como un todo. Siendo un hombre sencillo, sin la carga del ego que significa
llevar un título de gran peso, la gente que trabajaría conmigo los idiomas en
el futuro, me verían de igual a igual y se podrían gestionar cosas de corazón y
en confianza, no obligándolos generar una estancia comunicativa específica para
probar tal o cual teoría.
Al no seguir mi carrera, el tema de describir el idioma desde
mí mismo quedó en ascuas, sin embargo la ayuda vino de afuera, de un lingüista
peruano con el que hicimos una descripción gramatical moderna y enfocada a los
recordadores y aprendices actuales del idioma, Luis Miguel Rojas-Berscia.
Aún me considero un investigador y lingüista autodidacta, por
eso también a estas alturas sé cómo describir mi idioma, la incipiente
gramática que se me legó la reforcé y exploré y se perfectamente dónde utilizar
las eyectivas, no abuso de ellas como dice Don Aguilera, para sonar más
selk’nam, como si hubiera una idea preconcebida popular de cómo tiene que sonar
el selk’nam, o como si tuviera que convencer al resto, que probablemente nunca
oyó selk’nam, que yo sí sueno como selk’nam. Una estupidez si no cuentan con un punto de comparación.
Debo decir que el estudio de mi idioma lo asumí a los 8 años,
cuando iba a la casa de mi tío (tío
abuelo en verdad, hermano de mi abuelo Javier Gómez) con libreta y lápiz en
mano, esperando que se enojara, pues era ahí y sólo ahí cuando soltaba una que
otra grosería en selk’nam, quizás para hacerse el intimidante. Me hubiera
gustado decir que la primera palabra que aprendí fue “sol” o “hermano” pero no,
fueron “malas palabras”.
Todo ha sido un proceso y nunca he dejado de estudiar y
encantarme con nuestros sonidos y tal como han comentado algunas personas por
el facebook que poseen mejores estudios, títulos y diplomas que yo y que
parecen sentirse dueños de la última palabra (como Vilicic) evidentemente no hablo como
hablaba al comienzo, aprendí más y si usted escucha mis grabaciones de los 14,
16 y 21 he ido refinando y perfeccionándome ¿Acaso está mal eso? Y yo me
pregunto, sin esperar que crean que me hago la víctima ¿Por qué se critica y no
se valora la persistencia del estudio? Incluso el español que hablaba a los 14
no es igual al que hablo hoy en día, y conservé los videos de mi niñez pues es
clara prueba del proceso que elegí vivir y no me “delata” muy por el contrario
me sustenta. Si de niño para saludar decía wejicsha, aprendí mucho después que
era más tirado a wejiksier y de grande me
normalicé escribiendo wehiksyer.
Cuando logré cierto nivel de instrucción hubo
otra misión, no quiero ni ser el “último” ni el “único” quiero que todos los
selk’nam volvamos a expresarnos en nuestros infinitos lenguajes, apropiándolos,
defendiéndolos y heredándolos; por lenguajes me refiero, volver a entender qué
significaban nuestros símbolos corporales, los tejidos en junco y el idioma
propiamente tal, entre muchos otros. La misión entonces es enseñar, no me considero
un referente cultural, tengo 24 años y estoy lejos de serlo, pero siento que
puedo y debo transmitir lo que he ido descubriendo en mi proceso ¿hago algún
daño?, obviamente que no, mientras se enseñe con pasión, respeto, altura de
mira y honestidad que es como lo he ido haciendo con aquellos que me lo
solicitan. Me antepongo a una respuesta, el daño estaría en engañar, en usurpar
una identidad ¿verdad?, pues no lo he hecho. JAMÁS me dije ni kawésqar ni
yaghan, ni aonik’enk, como han ido agregando en el camino, y el que lo sostenga
que lo pruebe y no lo utilice como excusa para invalidarme o para echar más
leña al fuego y hacer la polémica más sabrosa. Estoy en mi derecho de exigir
esas pruebas, pues es mi nombre el que se utiliza, mientras que los que piden
pruebas de mi origen, de mi sangre, ADN, y cuánta cosa no tienen ningún
derecho, ¿Quiénes son, quiénes se creen para exigirme que muestre documentos,
tengo derecho a reservar mi intimidad y elegir qué difundir en las redes. Si me lo piden otros hermanos
selk’nam lo haré, pues no hay nada que esconder, ya me lo pidió Margarita
Maldonado, no porque dude de mí, sino porque sabe de primera fuente que es
necesario contar con un respaldo, a ella se lo haré llegar pues. Se lo haré
llegar a mis hermanos selk’nam del lado argentino, no porque necesite o me
quiera validar con ellos, mi validez me la doy en mi trabajo y esfuerzo; se lo
haré llegar a ellos porque será el resultado de una lucha ardua y una extensa
investigación de la que quiero hacerlos parte. No todos los selk’nam me conocen
o me reconocen, tampoco les he pedido que me validen, tengo amigos y hermanos
de corazón que pertenecen a la comunidad del otro lado y sólo quise conocerlos
y crear vínculos, lo que sientan sus corazones sobre si pertenezco o no, es su
opinión y la respeto; aunque con gran alegría puedo decir, que cada uno con los
que he compartido apoyan mi causa y por lo que lucho. Así somos los selk’nam,
sabemos cuándo estamos frente a otro paisano, nuestra cultura de vivir en
comunidad, nos hace forjar fuertes lazos que ningún ninguneo o intento de
derrotar logrará romper.
Hablando de
reconocimiento, lo mismo ocurre con el Estado Chileno, NO necesitamos que nos
reconozca, para después vanagloriarse de multicultural y no plurinacional,
necesitamos reivindicación histórica, que reconozca que dio lugar y fue partícipe del “Genocidio”
y que repare la deuda que tiene con nosotros… Lamentablemente para solicitar
todas estas exigencias, primero debe reconocernos como pueblo y he ahí la
paradoja y la razón por la que estamos un paso adelante en nuestra propia
investigación familiar, y revalorización cultural, sea dicho de paso, como
parte de nuestra lucha.
ESE es el pez gordo al que queremos abordar y no a una
niña caprichosa que sin derecho viene a exigir “pruebas” o fotos o documentos,
porque está acostumbrada a la sobreexposición de nuestra gente y a que haya
miles de fotos girando en la red y en las tiendas de souvenirs. De las fotos de
mi abuelo y bisabuelo, entiéndalo, NOSOTROS tenemos los derechos. Cuán necesario
es proteger nuestra propiedad intelectual ¿verdad?, si lo hubiéramos sabido
antes no tendría que haber visto las lágrimas de Mirtha Salamanca, llorando por
encontrar una foto de su bisabuela Lola Kiepja en un hotel, o sentir de igual
manera su indignación al oír un canto de la misma mezclado en un rap ¿Por qué? Porque
son Patrimonio de la Humanidad. NO señores, es Patrimonio del Pueblo Nación
Selk’nam y de la familia de Kiepja antes que nada.
Si está enojado lo entiendo, también me enojaría si alguien
robara mi identidad con fines comerciales o para conseguir beneficios y me
enoja cuando usan a mi pueblo como marketing turístico para vender poleras,
postales, muñecas o simplemente llamar la atención poniendo la foto de un
espíritu y agregando que se hace por la “memoria olvidada” de un pueblo que
necesita ser visibilizado, siendo que la finalidad última es financiar un
proyecto, vender una obra de teatro, morbo o la continua exotización de
nuestros pares como pueblo “raro” que sobrevivió a un medio agreste por miles
de años. Pero no es mi caso, no me beneficio en nada diciendo que soy selk’nam,
me muevo en una vida espiritual y sostengo un sólido discurso político para
denunciar y exigir las reivindicaciones respectivas a los actores
indicados; sólo se beneficia mi alma, la
cual descansa cuando siente que saqué la voz en el momento y espacio oportuno.
Sí gano notoriedad dejando saber mi origen, pero no le veo lo negativo, al
contrario, lo siento necesario; llamando la atención, ya sea levantando mi voz,
mostrando mi estandarte, exponiendo una performance, haciendo valer mi derecho
de hablar mi idioma y de vivir mi identidad de forma plena, es como tuerzo el
brazo a la academia que nos trata de sepultar y hacerle creer a muchos de
ustedes que estamos extintos, que sólo somos un recuerdo y que de nuestro
pueblo nada queda, casi apelando a la nostalgia y romanticismo de un pasado
glorioso que fue y que no se podrá recuperar jamás, dando lugar a que muchos inescrupulosos
e irruptores culturales se tomen de esa idea generalizada para sustentar
cualquier trabajo o dicho, creyendo que nadie les dirá nada pues creen que se
trata de un pueblo sin voz, y es ahí cuando aparecen las estatuas de los
“próceres” de la patria envueltas ordinariamente con cinta blanca, (http://www.24horas.cl/nacional/polemica-por-proyecto-de-intervenciones-culturales-en-santiago-1602337) ¡y nadie dice nada!, es ahí cuando
aparecen hombres colgando harapos y paseándose por Praga y que dicen
representar a nuestros espíritus (http://www.cultura.gob.cl/eventos-actividades/vestuario-en-crin-y-espiritus-selknam-representan-a-chile-en-la-cuadrienal-de-praga/ ), ¡y nadie dice nada!, y es ahí cuando la
Patogallina una vez más conmociona con los zoológicos humanos, cerrando su obra
con un selk’nam tirado en el suelo y pisoteado por la sociedad occidental,
aludiendo nuevamente a que así terminó nuestra historia (http://www.m100.cl/archivo/extranjero-el-ultimo-hain-una-travesia-forzada/) ¡y nuevamente, nadie dice nada!, porque
insisten en suponer que somos un pueblo sin voz, ¡¡¡¡SIN representantes!!!!, pero
ahí es donde se equivocan, somos un pueblo vivo, con memoria, con cosas que
decir y enseñar, con cosas que gritar y reivindicar, con sueños, con
proyecciones, con dinamismos, organizaciones internas, peleas, con ancianos y
juventud. Cansados de ser pisoteados por los intereses académicos que venden
más libros escribiendo de un pueblo víctima del avasallamiento europeo,
cansados de ser tratados como generaciones descendientes, como si eso fuera
menos válido, como si eso nos hiciera ser menos selk’nam, o como si eso fuera
nuestra culpa; pero también estamos ávidos de apropiarnos de los espacios para
decir cuantas veces sea necesario “acá estamos” y queremos vivir nuestra
cultura en paz, pues, como dijo mi paisana Margarita, “no le hacemos daño a
nadie siento lo que realmente somos”, al contrario, hacemos valer nuestros
derechos humanos, nuestros derechos de preexistencia, de identidad y damos
continuidad a lo que comenzaron nuestros hóowin tantos inviernos antes que
nosotros.
Nadie me ha pedido que cuente la historia de mi vida pero lo
haré en parte y lo haré con el corazón,
tratando de anteponer mis mejores sentimientos ante la adversidad, calumnias,
injurias y tanta energía negativa que quiere hacer que flaquee, pero aquí
estoy, SOY SELK’NAM y como mi gente, soy un guerrero, doy la cara y puedo
llevar mi frente en alto, también mi verdad, mi sangre y mi identidad.
Probablemente no pueden hacerlo aquellos que mienten, que tienen problemas de
identidad y desarraigo y sienten esa añoranza y ansiedad de sentirse partes de un
sitio del que se sienten dueños (sin saber que la tierra es libre) y los lleva
a querer demostrar que lo aman y que luchan por él y sus habitantes a pesar de
estar lejos, siendo esa lucha sólo para “captar” adeptos a una causa virtual y sin fundamentos en las redes
sociales, de la manera más vil y fácil, ninguneando a aquellos que seguro les
darán palestra y para ganar popularidad, para que más gente los siga y
“demostrar que no tienen pelos en la lengua para denunciar”, aún sin tener
pruebas de lo que dicen, y llegando a inventar informaciones para sustentarse y
ratificarse a como dé lugar, siendo que los verdaderos luchadores estamos acá
lidiando en política y peleando espacios para desarrollar nuestra cultura, sin
hacer alarde en las redes sociales. Estas personas gozan de tiempo libre y
gustan de armar polémicas inventando falsas alertas, pero como me dijo alguna
vez aquella misma paisana, “de juzgar sólo se encargan nuestros hóowin”.
La persona a la que hago referencia en el párrafo anterior es
la señora Diana Picek, a la que desde ya le dejo saber mi halago por hacerme
sentir tan importante para ella y aunque no sea correspondido, sin ánimos de
alimentar su ego, ni bajarme a su nivel de lenguaje, ni darle la palestra que
insistentemente quiere encontrar en mí, me permito aclarar e informar ciertas
cosas para aquellos que me dieron su apoyo y porque en estos momentos no sólo
mi imagen se ve vulnerada, como dije anteriormente, también otras familias de
ascendencia selk’nam y adherentes culturales que represento; dejando muy en
claro que de ninguna manera represento al pueblo selk’nam, sólo a un ínfimo
grupo de personas pertenecientes a él, que depositaron su confianza en mi labor
como gestor.
¿Por qué se dice que soy Kawésqar y Yaghan?
- Mi
nombre es Joubert Yantén, lo que no quiere decir que Keyuk sea un seudónimo o
forme menos parte de mi ser, al contrario, es el nombre que me entregó mi madre
tras notar mi compromiso con nuestra cultura y que me representa en un todo.
-
Soy
hijo de Ivonne Gómez, nieto de Javier Gómez y bisnieto que Julio (Tulio) Gómez
Teuquen, más hacia atrás, como ya mencioné, se está elaborando una
investigación que recopila nuestra afiliación genética, junto con la de otras
familias, y que será la base sobre la cuál trabajaremos el estudio
antropológico que se nos ha solicitado (tomando como precedente el
reconocimiento constitucional de los diaguitas en Chile), para iniciar luego
los trámites de reconocimiento, por ende me reservo más detalles.
-
Teuk,
en el idioma Selk’nam – Chan y según el diccionario de J.M de Beauvoir, significa
barranco plano o plato, mientras que Teuken, pudiera significar barranco
grande. Esto, más fuentes orales de familia, y seguimiento de las actas de
nacimiento, lo adjunté a la investigación para sustentar mi origen
-
He
dicho que soy selk’nam y tehuelche, me permito aclarar esto, tomándome de las
palabras de Casamiquela, tehuelche es el nombre genérico de distintos pueblos
de la Patagonia con cultura y origen común, pero que con el correr del tiempo
se ha identificado más a uno: los Aonik’enk. Los hay tehuelches continentales:
Günnün a künnë, Tewssünk, Aonik’enk y los hay tehuelches insulares: Selk’nam y
Hauss. Muchas veces el término Selk’nam no se conoce o no se identifica a
Patagonia y prefiero usar tehuelche,
especificando luego que soy tehuelche insular o selk’nam.
-
Yo
no conocí a mi abuelo, mucho menos a mi bisabuelo, una parte de la información
oral que recibí fue por parte del hermano menor de mi abuelo que sí compartí
con él, Ramón Gómez. Él contaba que su papá era del norte de la isla, por donde
está ahora Cerro Sombrero. Por eso cuando me preguntan de dónde eran tus
antepasados selk’nam, yo respondo de Cerro Sombrero, obviamente para dar un punto
de referencia y sabiendo que es un pueblo relativamente nuevo que surgió al
alero de los yacimientos de petróleo y que sería imposible que hubiera nacido
en ese pueblo exacto como tal.
-
En
el año 2004 a la edad de 14 años, me acerqué a la oficina de CONADI en Stgo.
Para preguntar acerca del procedimiento para reconocer un nuevo pueblo, a lo
que me derivaron a hablar con el señor Juan Carlos Tonko, Dirigente entonces de
los Pueblos de los Canales Australes, según tengo entendido, quien me dijo: Si
ud. Quiere ser selk’nam vaya a Argentina, allá hay hartas selk’nam, cásese con
una y se hace selk’nam. A lo que yo respondí – ¿esa es la respuesta académica
que le entrega a un joven de 14 años? Al parecer así fue, aunque parezca
irreal, esa fue la primera información que recibí y por supuesto con 14 años ni
me quería casar, ni quería ser selk’nam, pues ya lo era, pero debía hacer valer
mi derecho de serlo.
-
Expresamente
declaro: Nunca más volví a intercambiar palabra alguna con el señor en cuestión,
hasta el día de hoy.
-
En
el 2006, debido a mi incipiente trabajo como cultor de la música tradicional de
mi pueblo, fui invitado a formar parte de la 1era Bienal de Arte y Cultura
Indígena, a celebrarse en la Estación Mapocho, donde estaban invitados además,
representantes y artesanos de diversos pueblos, entre ellos kawésqar, y aquí
fue el momento donde inicia el paradigma de identidad que me sigue hasta hoy y
que la señora Diana y el señor Carlos Edén, aluden una y otra vez, para
invalidar mi pertenencia a mi cultura. Ocurre que don Juan Carlos Tonko, al
verme en la programación se opone rotundamente argumentando que ya no habían
selk’nam en chile y que era imposible que yo estuviese allí, en un evento de
tal magnitud. El coordinador tras tener un compromiso conmigo, no halló nada
mejor que borrar selk’nam y escribir kawésqar. La ignorancia de algunos
occidentales que ven a todos los “indios” iguales me jugó en contra y fue para
peor: Se me acusó de robar identidad y hacerme pasar por kawésqar. No me sentí
ofendido, pues son un pueblo igual de luchador y que vive y lidia bajo el mismo
estigma de extinción, pero sí fue una falta de respeto a mi persona el sentirse
con el derecho de cambiar mi origen así sin más, para no tener que quedarse sin
número artístico o modificar toda la programación.
-
Declaro:
Yo nunca me hice pasar por kawésqar, me sentí kawésqar o quise validarme como
tal, para los que me conocen, mi lucha siempre ha sido por mi pueblo y hay
otros que luchan por los kawésqar con grandeza y dignidad, como Carolina
Quintul, aunque a muchos también les produzca escozor.
-
El
señor Tonko, obviamente ante el atentado, exigió mi retiro, argumentando que
ellos no me reconocían como kawésqar (y con justa razón, pues no lo soy), y que
los únicos pueblos de los canales existentes eran ellos y los yaghan. En un
segundo acto de atropello, de forma ilógica se borró kawésqar y se puso yaghan.
Al momento de preguntarle a la comunidad yaghan evidentemente dijeron no
conocerme, pero la abuela Cristina Calderón, a la que había querido visitar un
año antes, dijo conocerme y sentirme casi como a un nieto y que tenía la
impresión que yo era hijo de un marino de Williams. Ese “casi como nieto”,
aunque lo aprecio mucho en mi corazón, por la cercanía que se generó entre
nosotros, fue de lo que se tomó este señor para terminar argumentando que en
vista que no me resultó ser kawésqar anduve diciendo que era de familia yaghan.
-
Tras
tanto cambio y falta de respeto, decidí bajarme voluntariamente del evento, no
como dice el señor que me “vetó” de este tipo de bienales.
-
Continué
con mi labor cultural, me hicieron una nota en “El Mercurio” y otra en “La
Nación” el título de esta útima era, “Joubert Yantén, el Rockstar de las
lenguas indígenas… y es franchute”, mi nombre sí es francés, mas yo no lo soy,
ni me identifico con ellos, no soy rockstar, pues hago poesía y cantos
tradicionales, fue claramente populismo y debía entenderse como tal por el tipo
de prensa que genera ese diario. Sin embargo, al periodista le dije que a pesar
de ser selk’nam mi interés estaba en todas las lenguas patagónico-fueguinas y
que con el tiempo había aprendido algo de yaghan y algo de kawésqar incluso.
¿Qué apareció en la nota? Que yo hablaba tooodas las lenguas indígenas de la
Patagonia, claramente no es cierto, jamás lo diría pues nunca estudié ni el
yaghan ni el kawésqar en profundidad. Todos sabemos que las notas periodísticas
de este tipo de medios hay que tomarlas con altura de mira, para mí fue una
humorada, mas apareció esta señora Diana Picek, que se lo tomó muy en serio.
-
Esta
noticia, sumado a lo que dijo el señor Tonko, que usurpé identidad kawésqar y
luego yaghan y que como no me quedó otra terminé siendo selk’nam, la motivó a
escribir un artículo sobre mí con una carga despectiva evidente, sin conocerme
y sin conocer los hechos que declaro, llamado “El último chanta de la
Patagonia”, este artículo ha sido borrado, pero dejo el link de lo que fue mi
respuesta en ese entonces, como podrán ver, ha variado muy poco.
Y este otro donde también se me
menciona y se analizan nuestros discursos de identidad http://www.gazeta-antropologia.es/?p=1242
Para hacerse avalar por un académico
buscó la opinión del etnolingüista Óscar Aguilera que dijo sin conocerme: “tenemos
poca credibilidad en cuanto a su origen selknam, pero en cuanto al conocimiento
de la lengua, eso estaría por verse” (Aguilera 2007). Nunca se vio, nunca me
solicitó un estudio, ni se contactó conmigo, por eso no es quién para referirse
a si hablo bien o mal el selk’nam. Sí Luis Miguel Rojas-Berscia, andinista con
el que sí trabajé y que registró locuciones mías en selk’nam.
Es por esta
razón que algunos creen que me hice pasar por los demás pueblos o que dije
hablar sus idiomas, mi formación en lingüística me hace conocer perfectamente
lo que se necesita para decirse hablante de un idioma, no es mi caso con estas
otras dos lenguas, aunque sí nunca dejaré de reconocer que con mis charlas con
la abuela Cristina Calderón, sí logré conocer bastante más del yaghan.
Me han dicho también por qué no buscar trabajar con Aguilera o con Vilicic o con Jess, por qué no acercarme a ellos para validarme por la academia: NO estoy interesado en la academia, y si ellos quieren aprender mi idioma pues como bien dice la lógica que ELLOS me busquen, conozco bien mi patrimonio y sé lo que vale, y según vea las intenciones que tienen para conocerme, la decisión final es MÍA sobre con quién trabajo.
Me han dicho que me ofrecieron hacer un ADN del Instituto de la Patagonia, no es cierto, nadie se me acercó, me enteré recién de este proceso en junio de este año por boca de Macarena Gonzalez, nieta de Úrsula Calderón,y la idea de aportar con mi material genético a una base de informaciones de un Instituto, me parece digna de repasarla cuanto menos.
Desmintiendo
Adjunto en
orden de aparición extracto los dichos que me parece oportuno desmentir.
Existe un
personaje llamado Joubert Yanten (oriundo de Santiago) que se hace pasar por
descendiente selk'nam para adjudicarse notoriedad, viajes y presentaciones en
diversos congresos y foros sobre cultura indígena.
R: Los
viajes, me los financio yo, para eso trabajo y las intervenciones en foros y
congresos, voy porque me invitan a contar mi experiencia como aprendiz de un
idioma y de revitalización lingüística, que sí lo hago, no es algo que busque o
que me adjudique.
También dice
hablar fluidamente la lengua selk'nam, lo cual es cuestionable.
R: no he dicho eso, déjame el link o
la grabación donde aparezca y lo aclaramos. Hablo selk’nam porque estudié,
disto mucho de ser fluido, pues no es mi lengua materna, aunque sí pudiera
llegar a serlo, el hecho de no contar en la actualidad con alguien con quien
sostener una conversación sólo en selk’nam hace que me sea imposible ser fluido
y que haya feed back; no así el mapudungun, que lo aprendí con mi padre, pero
esa es otra historia.
Declaró en una revista extranjera que además
hablaba yagan, quechua y mapudugun (¿increíble?).
R: dejo el link, no dice que hablo
yaghan, siempre he sostenido que aprendí algunas cosas con la abuela Cristina.
El quechua lo estoy aprendiendo, mi pareja es de Cusco, Perú y no veo el motivo
que lo haga ser imposible, no te reflejes en mí si es que tú tuvieras problemas
para aprender lenguas, y al mapudungun ya me referí.
En alguna
oportunidad intentó hacerse pasar por descendiente kawesqar, pero le fue mal,
pues nadie de la comunidad lo reconoció y ahí optó por "hacerse"
selk'nam.
R: nunca me hice pasar por kawésqar
(de eso ya me referí arriba) y obviamente cuando a la gente se le preguntara
iban a decir que no, pues no lo soy.
Si alguna
vez lo ven en televisión, leen un artículo de prensa o escuchan de él, por
favor, NO le CREAN. Es un tipo convincente y obsesionado con el tema selk'nam
R: yo no sólo vivo mi cultura, tengo más
vida, no estoy obsesionado con mi cultura, sólo hago lo que considero justo.
Tanta importancia que me das tú, la obsesionada pareciera ser otra.
y es apoyado por su madre quien formula una
versión sobre su origen indígena que carece de toda veracidad histórica y
científica. No hay pruebas, testigos ni documentación de respaldo.
R: mi madre también redescubrió su
origen, se sentía avergonzada al principio, al verme empoderado decidió
apoyarme, gracias a ella la investigación avanza y se lo que sé y soy lo que
soy. Ahora bien, qué pruebas tienes tú para decir que no hay pruebas, testigos,
documentación o respaldo, sólo hablas por hablar ¿acaso debiera darte
documentación sobre mí? ¿Quién me obliga? ¿Quién lo exige? ¿Tú? ¿Quién eres?,
te insto a mostrar esas pruebas, sube una foto del Registro Civil o algo por
el estilo.
Esto es en
simples palabras un vil y despreciable montaje. Se aprecia su difusión.
R: el montaje se lo armó alguien más.
Ahora les dejo una de sus respuestas
de Facebook:
Si él planteara desde un principio que es un entusiasta
admirador de la cultura e identidad selk'nam y que su idea es promover y
reivindicar al dicho pueblo, creo que todos les ofreceríamos nuestro apoyo y
admiración.
R: soy un entusiasta
admirador y promuevo y reivindico mi pueblo ¿Y el apoyo y la admiración?
El problema no es ese, el problema es un asunto más profundo
y ético. Decir que hablas varios idiomas cuando ni siquiera sabes la gramática,
R: ¿Tú eres la lingüista
que dice que no se la gramática? En qué te sustentas tú para afirmar algo así.
Aquí les dejo mi
prueba:
mentir sobre tus orígenes (dar fechas y lugares falsos),
inventar testigos (Cristina Calderón como su profesora)
R: No fue mi profesora,
pero sí aprendí mucho de ella, no sólo idioma, también la base de toda mi convicción,
cuando me dijo: “no soy la última hablante, por ahora soy la única, dejaría de
ser la última cuando un bisnieto mío hable, y ya casi habla”.
Aquí está la prueba que
me conoce y de nuestro lazo y que nos comunicamos por teléfono, todo lo dice
con sus propias palabras.
para postular a becas,
proyectos y asistir a foros, es simplemente inaceptable.
R: ¿tienes pruebas que
postulé a becas relacionadas con “lo indígena”? NO. Estudie en la Chile con la
beca Bicentenario por mi buen rendimiento escolar y en el CFT Los Leones,
estudié Turismo sin beca, la carrera me la pagué YO.
Una cosa es defender a una nación indígena y la otra es
mentir para pretender serlo y así obtener beneficios estrictamente personales.
O pregúntale por que no se ganó el Fondart de varios millones de pesos que
pretendía ganarse a costa de los bolsillos de los chilenos.
R: No pretendo serlo,
lo soy. Y me he adjudicado un sólo FONDART que ha sido el único al que postulé,
y fue “fondo creación musical” nunca he postulado como indígena, pues si bien
mi apellido está reconocido mapuche, sería inconsecuente de mi parte. He asesorado
muchos otros también. ¿De qué fondart y millones que no me gané hablas? insisto de nuevo, deja pruebas.
Esto es un acto ilegal y corrupto. No es el medio de obtener
atención, no es justo para los verdaderos descendientes.
R: no son
descendientes, SON de tal o cual pueblo, se nota en tu discurso la carga
peyorativa y colonialista hacia nuestra gente, además los demás indígenas pueden
crear y postular proyectos si así lo desean, bien fundamentados y asesorados de
seguro se los ganan, aquí el proceso es igual de justo para todos.
La gente repudia a los
falsos profetas y a los vendedores de pomadas. Y quien lo admire, bueno eso es
opción personal. Identidad no significa que abramos la puerta al sacrilegio.
R: no quiero ni que nadie me admire, ni aspiro a que todos me
crean. Identidad significa saber de dónde vienes, a dónde perteneces, conocer y
vivir tu cultura, hacer valer tu derecho de SER y hablar tu idioma, HABITAR tu
presente en esa identidad y plantearte un buen futuro siendo un ser humano
íntegro, valiente, honrado, digno, que aporta a su comunidad, al amor y al
mundo.
¿Cuál es tu identidad? ¿Hablas así porque hubieras deseado
ser originaria? Tienes un severo problema, te invito a meditar y encontrarte,
no reflejes tus carencias en mí, pues tras esta aclaración, a la que dediqué
tiempo y esfuerzo, sin tú merecértelo, la única que ha quedado mal, de mentirosa,
conflictiva y destructiva has sido tú. Yo, aporté con un granito más a visibilizar
nuestra realidad, nuestra lucha y por qué no reconocerlo, mi trabajo y profundos sentimientos.
Amor y luz en su camino para TODOS quienes llegaron al final
de esta lectura. Gracias y lamento que hayan leído tanta aclaración y
calumnias, pero así es la vida. No me referiré más a este tema, la vida sigue,
el mundo gira, el viento habla, la noche cae y los perros ladran.
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